Zig-Zag es considerada la primera publicación de carácter misceláneo producida en Hispanoamérica. Ejemplo del periodismo moderno, inauguró una nueva etapa en nuestro país al imponer las tendencias del mercado editorial de las grandes metrópolis.
"Hubo un consenso unánime en que el de 'Zig Zag' era el título que reunía las condiciones requeridas. Conciso, original, vibrante. Era un nombre destinado a sobrevivir"
(Félix López Passi)
Decantadas las disputas ideológicas que colmaban las páginas de la prensa decimonónica, factores como el progreso económico, los adelantos técnicos y la conformación en los centros urbanos de un público activo para la industria cultural en ciernes sentaron la bases para una modificación profunda del quehacer editorial en Chile. A principios del siglo XX, los medios de comunicación escrita -hasta entonces al servicio de la discusión política o del saber ilustrado- dieron un giro hacia la entretención y la información, lo que, asociado a la profesionalización de la actividad, marcó el nacimiento del periodismo moderno en Chile. La revista Zig-Zag, fundada en 1905 y considerada la primera publicación de carácter misceláneo producida en Hispanoamérica, inauguró esta nueva etapa imponiendo en el medio local las tendencias del mercado editorial de las grandes metrópolis.
La revista fue publicada por Editorial Zig-Zag, empresa fundada por Agustín Edwards Mac Clure, quien también editó otras populares revistas de la época como El Peneca, Corre vuela, Selecta y Familia. Después de fundar con éxito el diario El Mercurio de Santiago en 1900, Edwards Mac Clure decidió viajar por Estados Unidos y Europa para interiorizarse en el funcionamiento del mercado editorial internacional. Esta experiencia le brindó las herramientas necesarias para impulsar el periodismo nacional hacia un nivel técnico y de gestión sin precedentes en el ámbito local. Algunas de las medidas que adoptó a su regreso fueron la adquisición de nuevas maquinarias para modernizar los talleres de impresión y la contratación de empresas extranjeras para el suministro de materias primas.
El primer número de la revista apareció el 19 de febrero de 1905. Con un valor de 20 centavos, una variedad de contenidos que buscaba atraer la atención de los más diversos lectores -hombres y mujeres, profesionales y dueñas de casa- y un fuerte acento en la comunicación gráfica y la calidad visual, el semanario tuvo una recepción que superó las expectativas de sus creadores. Rápidamente se convirtió en la revista más vendida y su existencia se prolongaría por casi sesenta años, con 3102 números publicados.
De orientación miscelánea, sus páginas dieron cabida a eventos y noticias de Chile y el mundo, literatura, artes, moda, cocina, curiosidades y vida social. La variedad de los temas hizo que el público objetivo de Zig-Zag tuviera un carácter transversal, a diferencia de otras revistas que la misma editorial impulsaría años después, orientadas a segmentos específicos como el infantil o la dueña de casa. La sobresaliente calidad técnica de la impresión dio a la revista una impronta atractiva e innovadora e hizo de sus fotografías, ilustraciones y reproducciones un objeto de admiración.
Para Edwards Mac Clure, la publicación de Zig-Zag no fue un hito más en su carrera editorial. Por el contrario, se involucró personalmente en cada detalle del diseño, los contenidos y la difusión, que incluyó un gran despliegue publicitario para dar a conocer la revista a un nivel masivo. Esta estrategia rindió frutos más allá de los esperados: el primer número se agotó rápidamente, pese a la gran cantidad de ejemplares que salieron al mercado.
Junto con el esfuerzo técnico, para dar vida a una revista como Zig-Zag fue necesario contar con la participación de importantes figuras del ambiente cultural chileno, entre ellos escritores, cronistas y periodistas. El primer director de la revista fue Joaquín Díaz Garcés, quien ya había sido director de El Mercurio de Santiago. Otros escritores que colaboraron con el semanario fueron: Benjamín Vicuña Subercaseaux, Januario Espinosa, Antonio Orrego Barros, Manuel Magallanes Moure, Pedro Gil, Germán Luco Cruchaga (quien además ilustraba sus artículos satíricos), Armando Donoso, Fernando Santiván, Augusto D'Halmar, Federico Gana y Baldomero Lillo, por nombrar algunos.
Por otro lado, la revista Zig-Zag se convirtió en uno de los más fecundos espacios de desarrollo de la caricatura humorística. En este ámbito, destacó el trabajo de Pedro Subercaseaux ("Lustig"), Julio Bozo ("Moustache"), Nataniel Cox Méndez ("Pug"), Lamberto Caro, Emilio Álvarez, Santiago Pulgar, Juan Olivier y Edmundo Searle, entre otros.