Claire Guillaume

Relaciones amorosas, familiares, de amistad… El trabajo, el colegio, la religión, los choques generacionales y entre sexos… Estos temas y más pueden dar para muchas frustraciones, pero Claire Brétécher supo retratarlas con humor a su inimitable estilo. Añadamos su visión del mundillo intelectual burgués de París de la época (años 70) y la evolución del papel de la mujer en ese momento y tendremos un cóctel que engancha: da igual los años que pasen, seas hombre, mujer o no binario… Con cualquiera de estas situaciones, te sentirás de algún modo identificad@, incluso aunque no te represente directamente.

Bob, nuestro cartero espacial, ha ganado confianza en sí mismo desde nuestro último encuentro. Pero esta vez tiene que afrontar un gran desafío: ¡trabajar en equipo! Deberá entregar una sola carta con la ayuda de su nueva compañera en prácticas, Marta. Una tarea aparentemente simple que se convertirá en una aventura de un extremo al otro de la galaxia. Además, parece que esta misteriosa carta ha despertado el interés de una banda no muy amigable.

En nuestros días, una joven se suicida en su apartamento… pero eso es sólo el principio de su historia. Bajo la mirada de un gato cómplice, claramente capaz de seguir viéndola, comienza a rondar el edificio donde vivió, y es testigo involuntario de la vida íntima de sus antiguos vecinos.

En nuestros días, una joven se suicida en su apartamento… pero eso es sólo el principio de su historia. Bajo la mirada de un gato cómplice, claramente capaz de seguir viéndola, comienza a rondar el edificio donde vivió, y es testigo involuntario de la vida íntima de sus antiguos vecinos.

A Bob le encanta su trabajo y su pequeña rutina, fácil y sin complicaciones: ¡para él, el correo es sagrado!
A bordo de su nave espacial reparte cartas y paquetes a un montón de gente por toda la galaxia. Al menos, por la parte de la galaxia que él conoce.

Hemos vuelto de una guerra que duró demasiado. Ya no estamos en el campo de batalla, pero nos la trajimos con nosotros.
Nos acompaña siempre, dentro de nuestra cabeza. Siempre alerta, siempre en tensión. Ahora vivimos en la calle, abandonados. Es difícil confiar cuando siempre estás esperando un ataque, es imposible dormir cuando los recuerdos te persiguen y solo se callan con calmantes. Estamos a merced de las bandas que imponen su ley y se aprovechan de nuestra debilidad a golpes y a tiros. Cada vez quedamos menos. Pero se han olvidado de algo. Sigo siendo una soldado. Y ahora están en mi punto de mira.