Clotilde Champeyrache

Del placer a la locura sólo hay un paso…
Hijo de Zeus y Semeleo, un mortal de Tebas, Dioniso nació en circunstancias tan excepcionales como dramáticas. Creció en secreto con los dioses, protegido de la ira de Hera, y pasará la primera parte de su existencia buscando el lugar que le corresponde viajando por el mundo. Su culto se caracterizará por grandes ceremonias orgiásticas en las que participarán sus cohortes de fieles.

Heracles (Hércules), Alcides al nacer, "el fuerte", está programado volens nolens -quiera o no- desde su nacimiento para ser un héroe de justicia y violencia… Ésta es su apoteosis -del griego apo-theos: transformarse en dios- que viene a recompensar su trabajo, en efecto divino, de lucha incesante contra las fuerzas del caos.

En el punto en el que comienza la Ilíada, la guerra entre griegos y troyanos dura ya diez largos años. Ningún bando se impone al otro. Desde hace 10 años, vemos los mismos campamentos, los mismos barcos varados en la playa, al fondo de la planicie situada bajo las murallas de la bella ciudad de Troya "de largas avenidas". Nada ha cambiado, salvo que los héroes están fatigados y que el campo de operaciones es el teatro de un verdadero desastre.

Hay que reseñar que cada bando se beneficia del apoyo de poderosos dioses del Olimpo, que encuentran una buena ocasión para pelear entre ellos. Los troyanos -Héctor, Paris, hijos de Hécuba y Príamo- están apoyados por Apolo, Ares y Afrodita, mientras que los griegos -Agamenón, jefe de los ejércitos; Aquiles, hijo de Tetis y Peleo; Ulises, rey de Ítaca, y Áyax, el más valiente de los griegos tras Aquiles y Menelao- están apoyados por Atenea, Hera y Poseidón…

«Escuchad, pretendientes altivos que hacéis uso de esta casa para comer y beber sin cesar un instante, la de un hombre que lleva ausente largo tiempo. Ningún otro pretexto podéis poner sino que estáis deseosos de casaros conmigo y tomarme por mujer. Conque, vamos, pretendientes, esto es lo que se os muestra como certamen: colocaré el gran arco del divino Odiseo y aquel que lo tense más fácilmente y haga pasar el dardo por las doce hachas, a este seguiré inmediatamente abandonando esta casa querida, muy hermosa, llena de riqueza, de la que un día, creo, me acordaré incluso en sueños.»
(Homero y sus traductores de los traductores a lo largo de los siglos)

Ulises ha cegado a Polifemo, ganándose con ello el odio de Poseidón, dios de los mares. Eolo, dios de los vientos, ya no puede ayudarle. Ulises y sus compañeros están ahora solos, dependiendo de sí mismos y muy lejos de Ítaca…

"Háblame, ¡oh, Musa!, de ese ingenioso héroe que viajó de aquí para allá después de saquear la famosa ciudad de Troya. Visitó muchas ciudades y numerosas fueron las naciones cuyos usos y costumbres conoció; además, sufrió mucho en el mar mientras procuraba salvar la vida y conducir a sus hombres sanos y salvos de vuelta a casa…" Homero, Canto I, Odisea.

Cada mortal, al término de su vida, emprende el camino del mundo infernal en el que reina Hades, el hermano de Zeus. Del comportamiento de cada mortal depende su suerte en el más allá.
Y si se tiene miedo a la muerte, nada mejor que leer la coda filosófica de Ferry analizando el sinsentido de la muerte y el secreto de la eternidad. Hacedme el favor, que cuesta un porrón traducirlo.

Para vencer al caos, Zeus tuvo que encerrar a los Titanes en el Tártaro, después de destripar al tragón de su padre. Para dominar a la Tierra, tendrá que vencer a los Gigantes. Disfruten de la "Gigantomaquia" y sepan, al final, un poco de cosmología platónica y aristotélica…
eso que les enseñaría a pensar libremente y que ya no les enseñarán en los colegios.

Atenea, diosa de sabiduría y de la guerra, protectora de las artes y la tecnología, hija predilecta de Zeus y una de las diosas más poderosas del Panteón olímpico. Nunca se separa de sus atributos: la lanza, el casco, el escudo y la lechuza.
A veces protectora, a veces despiadada, ayuda a su padre contra las fuerzas del caos y aconseja a los héroes para salir victoriosos de sus empeños.