En 1911, Marcel Allain y Pierre Souvestre crean al archicriminal Fantomas, protagonista de 32 novelas (más 11 posteriores, que Allain publicaría tras la muerte de su socio). Fantomas es un psicópata asesino, un ex presidiario que roba y mata por placer utilizando sádicos métodos como boas constrictor, ratas portadoras de enfermedades y otros medios truculentos. Es un viajero infatigable y un villano en toda la extensión de la palabra. Arruina a sus amigos, sus mujeres se suicidan y deja hijos regados por todo el mundo. Todo un chulo.
Resulta curioso que sea este delincuente y no su némesis el inspector Juve, quien capture la imaginación popular de los franceses de la Belle Epoque. Tanto es el éxito del folletín que Louis Feuillade crea una serie de filmes alrededor de Fantomas. De ahí viene esa imagen sofisticada del hombre del frac con un antifaz. En los libros, Fantomas opera embutido en ajustadas mallas negras con una capucha que cubre su cabeza.
Sin embargo, aunque Fantomas sea un protagonista en el cine, en libros y en el teatro (donde combate contra el mismísimo Sherlock Holmes) no llega al cómic. No será hasta 1941 que el mismo Allain, en colaboración con el dibujante Santini, publica en “Gavroche” un pulp basado en el héroe-villano. La censura del gobierno de Vichy, horrorizada ante la glorificación de un criminal, le impide continuar.
En la posguerra, a fines de los 50’s, “Opera Mundi” también intenta crear un cómic que tendrá menos de un año de vida. En los 60’s aparecerán fumettis con las aventuras de Fantomas, en 1980 Claude Chabrol y Juan Luis Buñuel (hijo del gran Buñuel) dirigirán una miniserie para la televisión en la cual Helmut Berger dará vida a Fantomas, y en los 90’s se publicarán novelas gráficas, sobre este icono de la cultura popular francesa. Para entonces toda una generación de latinos conoceremos otra cara de Fantomas, una más amable y fantástica.
En 1969, la editorial Novaro, que desde 1951 publicaba historietas de superhéroes, tuvo la idea de desenterrar este personaje de Allain y Souvestre para convertirlo en protagonista de una serie. El Fantomas de Novaro solo conserva dos elementos del personaje original: el nombre y su hábito de apropiarse de lo ajeno.
Este Fantomas está lejos de ser archicriminal psicópata, es un multimillonario que roba por deporte, un poco como el Raffles británico o el Arsenio Lupin galo. Sus dibujantes, que incluyeron a Rubén Lara y Víctor Cruz, buscaron distanciarlo del Fantomas original y le crearon una ceñida máscara blanca que recuerda la usada por los histriones de lucha libre. En cuanto al vestuario, Fantomas alterna las capas, traje de etiqueta y sombrero de copa de su homologo francés con un uniforme muy curioso que combina un top ajustado color rojo revolucionario con los pantalones y botas de oficial del 7o. de Caballería de película del Oeste. El Fantomas mexicano, en personalidad y modus operándis, se asemeja a James Bond o incluso a Robin Hood. Es refinado, instruido, mundano y siempre rodeado de mujeres despampanantes como sus doce ayudantes conocidas como “El Zodiaco” y Andrómeda.
Planea sus golpes en modernas y amplias oficinas en las afueras de París, dotadas de tecnología ultramoderna, mucha de ella inventada por su amigo el Profesor Semo, que tanto inventa aparatos para hacer lluvia como máquinas del tiempo. Una de esas llevará a Fantomas a Amboise en el siglo XVI a codearse con Leonardo Da Vinci y el Rey Francisco I.
Fantomas es un ladrón de guante blanco, pero sus victimas son siempre oligarcas abusadores o ricos depravados que merecen que los desvalijen. En sus 16 años de vida en Novaro, Fantomas se distinguió por la nobleza de su protagonista y por la conciencia social detrás de sus actos. De hecho la gran parte de su botín era dirigida a causas de beneficencia. Esta tendencia hizo que el cómic fuese muy admirado por los intelectuales del Boom latinoamericano e incluso Julio Cortazar le hace un homenaje en Fantomas contra los vampiros multinacionales (1977).
A medida que Fantomas avanza en popularidad se va alejando de la imagen criminal y acercándose más al esquema de superhéroe. Eso gracias a que sus enemigos son también enemigos de la humanidad. Así, Fantomas salva al mundo de sabios locos, mega tiranos y hasta del IV Reich en una serie de aventuras en las que pelea contra el Hijo de Hitler.
Pero la mayor variación del modelo francés reside en la inclusión de detalles fabulosos. Gracias al Profesor Semo, Fantomas incursiona en el mundo de ciencia ficción y a partir de los 70’s, en su lucha contra el diabólico Barón Niebla, el enmascarado entra de lleno al mundo fantástico.
Vemos a Fantomas presenciar un aquelarre la noche de Walpurgis en las Montañas de Hartz, huir de una trampa de la mismísima Fata Morgana, desbaratar trampas de brujas, conocer sirenas, neutralizar criaturas míticas, evitar el acoso sexual de una vampiro y hasta enfrentarse al Príncipe de las Tinieblas. No se puede ser más “fantastico” que eso…o quizás si…
La inmensa imaginación (y erudición) de los escritores del cómic que incluyeron a Sotero Garciarreyes (QEPD) y a Gonzalo Martré contribuyeron a que toda una generación de niños de América Latina nos ilusionáramos con las aventuras de un ladrón que a veces era el único capaz de derrotar a los peores villanos.