la Punition Qu'elle Mérite

¡La conclusión del primer arco argumental de la serie, el dedicado a la Reina de la Costa Negra! Intérnate con nosotros en las profundidades de Estigia. La búsqueda de Bêlit la conduce hacia un nuevo camino, a la vez que se reencuentra con N’Yaga.

Descripción #1: Te presentamos la nueva colección de Conan dedicada a expandir el mundo de la Era Hyboria. Arrancamos con una saga protagonizada por la diablesa del mar, al frente del barco más temido que existe. Descubre cómo llegó a ser la Reina de la Costa Negra.

Editorial: El primero de septiembre de 1870, el gobierno imperial de Napoleón III es derrotado en la Guerra Franco-Prusiana. Mientras París se ve asediada por las tropas ocupantes y las fuerzas republicanas locales pujan por la supremacía política, un movimiento revolucionario se va haciendo fuerte en la colina de Montmartre. Está por cuajarse la Comuna de París, un periodo de autogestión que durante apenas dos meses tocó el cielo de la utopía anarquista.

De la extensa factoria del maestro Hector L.Torino, La Barra de Pascualín nació en los años 50 en la revista Avivato. Torino ideó este personaje de barrio donde el café, los amores, el fútbol y el box eran algunos de sus temas predilectos. Heredero de los guapos de principios del siglo pasado, Pascualín, un flaco de enorme nariz patorucezca, posee una fuerza descomunal, que sólo pone al servicio de causas nobles.

Lo strano furto, compiuto da due malviventi mascherati, di un porno film danese proiettato in un cinema a luci rosse di Marysville, insospettisce la bella poliziotta Star. Intanto scopriamo che la mandante del furto è la giovane e avvenente duchessa Greta Wet, che prima di sposare il nobile (ma alquanto vecchio e poco dotato) marito, faceva la porno-attrice.

Una Edad Media indeterminada, un reino isleño de fábula donde conviven elementos mágicos con apuntes cristianos, y donde la pura épica alterna con estéticas y villanos que parecen salidos de los cuentos de hadas, con animalitos graciosos inexistentes y brujos crueles que reconocen su deuda con el diablo. El dibujante de Thorgal, más suelto y caricaturesco que en la serie que le dio justa y merecida fama, se explaya a gusto con los paisajes, las armaduras, ese mar que vive como si lo hubiera navegado de punta a punta, y en la catadura moral de unos personajes que expresan quiénes son y cómo piensan nada más entrar en escena.