Yannick Schraen

París, 1900. Atrapado en un juego de muerte y frivolidad, Victor decide viajar a París, sumergida en la modernidad de la Exposición Universal para rendir cuentas con Alec, su creador, el aristócrata que lo ha convertido en una obra de arte viviente y descubrir si realmente él es el asesino que la sociedad merece.

París: una joven ladrona recibe el encargo de robar el codiciado medallón egipcio del dios Atón, del cual no existía ninguna imagen hasta la fecha. Mientras, en una realidad paralela, un alquimista comanda hordas de gárgolas ávidas de carne humana, haciendo reinar el terror. A caballo entre dos épocas cuya historia no ha transcurrido de la misma manera, la ladronzuela se aliará con Lamia, una misteriosa arqueóloga. Juntas deberán sobrevivir en un mundo en ruinas y dilucidar un misterio que podría cambiar el destino de la humanidad

Una recopilación de historias extraordinarias basadas en hechos increíbles, pero muy reales, que dan a lo real aires de leyenda y extraen lo fantástico de lo cotidiano. Axolot es un álbum ilustrado por 13 autores que muestran su visión de hechos e historias que Patrick Baud ha ido recopilando en el blog del mismo nombre. Baud lleva años reuniendo información estrafalaria que también presenta al público en forma de programas de tele y radio, y en libro. Descubre sorprendentes relatos como "Mike, el pollo sin cabeza", "El gran amor del Doctor Tanzler" o "Los tres cristos de Ypsilanti".

Durante una tarde de borrachera, dos ricos aristócratas hacen una apuesta: modelar, como si de una obra de arte viviente se tratase, a un joven inocente y convertirlo en un criminal, en el asesino que la sociedad se merece. Su víctima: un muchacho ingenuo llamado Victor que descubrirá el mundo del placer y de la lujuria de la mano de la hermosa prostituta Mathilde, a sueldo de esos nobles.

“No era una carta de amenazas, más bien de felicitación. Es normal que el hijo de una artista, y artista él mismo, reconozca el trabajo de otro artista. En la postdata, Camille incluso se enteró del lugar donde encontrar al pobre Cottet. Efectivamente, ahí estaba, enterrado bajo un roble, con una bala en la cabeza”.

El comisario Verhoeven está de vuelta al servicio, después de una ausencia de cuatro años a raíz de los acontecimientos del volumen anterior (“Irene”). Es requerido para encargarse de un caso de secuestro,
precisamente lo que más detesta… A regañadientes, acepta de manera temporal.

“La bomba ha funcionado adecuadamente; en ese sentido, tiene motivos para estar satisfecho.
Los supervivientes intentan socorrer a las víctimas del suelo.
Jean se sumerge en el metro. No va a socorrer a nadie. Él es el que coloca las bombas”.