No es ningún secreto para nadie que conozca la obra de Alejandro Jodorowsky el saber que tiene ese género como base de su obra, ya sea en el cine, en la literatura, en el teatro o en los cómics. Después de su asociación con Moebius en Los ojos del gato y en los volúmenes iniciales de El Incal (también aquí y aquí), el escritor se unió al dibujante Arno (que tiene un estilo muy parecido al de Moebius, por cierto) para realizar la saga Las aventuras de Alef-Thau (1983), compuesta de ocho tomos en su edición original y recopilados en los dos primeros integrales aquí recogidos.
La historia de Alef-Thau transcurre en el planeta Mu-Dhara, un cruel y fantástico mundo poblado por enanos, hadas, duendes, animales gigantes y minúsculos, hechiceros, guerreros, ruinas de civilizaciones perdidas, combinados con elementos futuristas como satélites en órbita, robots o armas de fuego. En ese mundo, un hechicero maligno aspira el fluido vital de los habitantes de una ciudad, haciéndolos viejos después del proceso. Siendo llevados de regreso a su aldea, una mujer, abandonada por los soldados del hechicero, da a luz a un niño sin los dos brazos y sin las dos piernas, y que, además, es ciego. Este es Alef-Thau. El niño lisiado pasará una serie de pruebas iniciáticas para encontrar la integridad física y espiritual.
Usando una definición del propio autor, podemos decir que la trama se erige en tres columnas: amores, leyendas e ilusiones. Jodorowsky siempre tuvo gusto de jugar con lo macabro, el destino, el mundo de los sueños, y las más diversas criaturas de los más diversos Universos. El simbolismo de la trama, sin embargo, no deja de ser interesante. Álef es la primera letra de diversos alfabetos semíticos, y significa el inicio de algo, aquello que sirve como piedra angular de toda una mitología. La letra Tau (aquí añadida de una "h") tiene una dualidad en sí misma, representando, por un lado, la vida y la resurrección; y de otro, la muerte. Es fácil imaginar la idea del autor al colocar ese personaje con tal letra, simbolismo secundario en su propio nombre.
Al morir Arno en 1996, con solo 35 años, Jodorowsky finalizaría el último volumen de la serie con Covial a los lápices en 1998. Diez años después, en 2008, Jodorowsky nos volvió a llevar al planeta Mu-Dhara en una serie de tan solo dos volúmenes (aunque en la Bedetheque se indica que la serie está en curso) y que se recogen en el tercer integral que tenéis en este hilo, llamada El Mundo de Aleph-Thau, con dibujos de Marco Nizzoli. En ella, en un vertiginoso giro de los acontecimientos, y como en una retorcida vuelta de tuerca a la saga original, se trata de nuevo la historia del niño lisiado: Alef-Thau es un dibujante de cómics que tiene un accidente por el que queda en coma y tiene que luchar para salir de este estado. Dos mundos, una misma persona; en ese mundo paralelo de Mu-Dhara, nuestro protagonista tiene que pasar varias pruebas para conseguir un objetivo. En la vida real también irá progresando, de forma simultánea, su recuperación del coma.
Alejandro Jodorowsky es un artista polifacético chileno nacionalizado francés en 1980. Desde mediados de la década de 1970 Jodorowsky formó parte del grupo de los Humanoides Asociados con otros guionistas y dibujantes especializados en el género fantástico y de ciencia ficción, vinculados a la revista Métal Hurlant. Arno, artista francés nacido en 1961, es uno de los dibujantes más dotados de su generación. A los 19 años publicó su primer comic en la revista Metal Hurlant, allí conoció a Jodorowsky y comenzaron su colaboración.