El surgimiento del periodismo moderno en Chile, a comienzos del siglo XX, vio el nacimiento de una serie de revistas especializadas dirigidas a distintos segmentos de la sociedad. Uno de estos segmentos fue el público infantil, para el que se publicaron varias revistas tales como la Revista de los Niños (1905), Chicos y Grandes (1908) y El Peneca (1908), con el fin de entretener y educar. De estas tres, El Peneca, creada por la editorial Zig-Zag, fue la única capaz de mantenerse vigente, tanto por la calidad de sus contenidos, como por la relación cercana que mantuvo con sus pequeños lectores.
Su primer número fue publicado el 23 de noviembre de 1908 por Editorial Zig-Zag. Comenzó como un semanario ilustrado para niños de todas las edades, "con material abundante, sano, ameno y variado", según rezaba la publicidad de la época. La revista se propuso "Cooperar al esfuerzo de todos los que luchan a favor de la instrucción popular y hacer en todo caso la delicia y el encanto, la distracción honesta y provechosa de los niños", según rezaba su primer editorial. Su primer director,que ejerció hasta 1911, fue el historiador don Enrique Blanchard Chessi.
En sus primeros años no hay mucho que destacar, ya que son didascalias, historias con simples dibujos y lectura al pie de los mismos, generalmente extranjeras, como "Chaplin a Chile", firmada por Leonard, o historietas de Payej, Apeles Mestres o Merit, de los que no se tienen más antecedentes. Otras series, generalmente anónimas, son "Federiquito", sobre un niño, historias infantiles por Pillay y las "Aventuras del Burro Calígula".
La primera portada, como muchas más en los años siguientes, son de Pepin, de quién no se tienen más datos. Además, firma algunas portadas José Foradori, autor italiano radicado en Chile. Un dibujante consagrado, como lo era Chao, seudónimo de Raúl Figueroa que realiza diversas caricaturas. Otro dibujante conocido en esos años, Emilio Álvarez, que normalmente firma EA, dibuja la serie "El maestro Chambeco" y otras. Por último, destacamos a Luis Fernando Rojas, el gran maestro de la ilustración en el siglo XIX y principios del siglo XX, quien, bajo el seudónimo de Marius, realiza ilustraciones históricas. En otro orden, un joven Jorge Délano, de poco más de 15 años, se burlaba de los profesores, dibujando en El Peneca, a "Don Fedeguico", un Profesor del Instituto Nacional. Años después será conocido como Coke.
Los primeros tres años de El Peneca, bajo la dirección de Enrique Blanchard-Chessi, se caracterizaron por tener pequeños artículos sobre diversos temas de interés general y una gran cantidad de colaboraciones de lectores. Esto último marcó uno de los atractivos más importantes de la revista; la capacidad de integrar a su público en la creación de la misma. Sin embargo, durante el año 1911, la revista disminuyó notablemente su circulación, dada la baja calidad de sus contribuciones literarias. Este problema llevó a la primera renovación de la revista, bajo la pluma de Emilio Vaïsse quien estableció un criterio de calidad para los contenidos de la publicación de cuentos e historietas extranjeras y la sección de "Pasatiempos", que causó furor entre los lectores de la época.
Después de diez años, y pasando Chile por una serie de cambios políticos y una crisis económica, la revista acusó los efectos de estas coyunturas. La baja calidad del papel, un formato en blanco y negro, y la poca innovación de contenidos, produjeron un descenso en el tiraje hacia el año 1921. En este contexto, se hizo cargo de la revista una destacada intelectual liberal de la época, Elvira Santa Cruz (Roxane), quien le dio un nuevo rostro e introdujo un cambio radical en los contenidos, respondiendo a las demandas de sus lectores. Para Roxane, El Peneca era “una revista para todos los niños de Chile, tanto para los ricos como para los pobres, (por lo que) debe ser barata a fin de que no quede cerebro infantil sin esa luz (…).” Este período se caracterizó por bellas e innovadoras portadas, entre las cuales se destacaron las del ilustrador Coré, las historietas cómicas, seriales como "Quintín el Aventurero" y cuentos que, semana a semana, enganchaban al lector. En todo Chile se observó el impacto de la revista; se crearon clubes literarios y deportivos, además de concursos y eventos de gran concurrencia. En 1940, El Peneca logró tener un tiraje de 180 mil ejemplares y años después llegó a circular en otros países latinoamericanos como Perú y Venezuela.
La edad de oro de El Peneca llegó a su fin con la importación de historietas norteamericanas, a mediados de la década del cincuenta. Aún así, marcó a varias generaciones, cuya infancia giró en torno a la llegada del día sábado, para comprar aquella revista que las hizo ser protagonistas en un mundo de adultos, sin negar su identidad de niños.