Sarah Bernstein

Sarah y David, un joven matrimonio de la ciudad de Nueva York, llegan para establecerse cerca de Salamanca, una pequeña aldea forestal de Pensilvania cuyos habitantes poco acogedores parecen proteger un pasado secreto y turbulento. Presa de sus propios demonios de la infancia, así como de ataques crónicos de ansiedad, Sarah descubre que esta nueva vida, que se suponía iba a traer un nuevo comienzo, en realidad solo aumenta drásticamente su presentimiento. Para afrontar sus miedos, Sarah busca una verdad que la lleve a lugares donde el horror humano y sobrenatural surge sin previo aviso, de forma rápida y violenta.

A spoof in the tradition of , took its cue when US President Barack Obama mentioned he collected comics as a kid. Published by Devil's Due Publishing and written by Larry Hama and drawn by Christopher Schons, it is set in a time of swords and sorcery. A gathering of children listen as a shaman retells the legend of Barack the Barbarian. Riding in on a donkey, Barack the Barbarian is determined to set things right in the city of Warshingstun, “where every word uttered was lie, and every soul was for sale. A place where men traded dark secrets and openly peddled a powerful drug named Influence.” The political jokes and gags fly fast and furious; but things really kick into high gear when Red Sarah, the Fighting Queen of the North, appears. This one-shot features the confrontation between Barack and Red Sarah. More Red Sarah! A Minutemen scan.

Empieza a forjarse la leyenda… Tras abandonar la Ciudad de los Saqueadores, Sarah y Tse-Tse llegan hasta una ciudad minera controlada por un dictador increíblemente joven con unos planes fatídicos para los adultos. Pero Sarah no se dará por vencida y seguirá luchando por recuperar a sus hijos…

Sarah continúa la búsqueda de sus hijos dejando atrás pueblos corruptos por la codicia y ciudades controladas por niños. Sus pasos la conducirán hasta una congregación religiosa que es capaz de predicar la palabra de la no violencia hasta las últimas consecuencias… ¿podrán marcar la diferencia?